domingo, 2 de marzo de 2014

Día once - O sea que estábais ahí

Hoy estoy muy contento. Es un día de celebración para mí. Esta tarde he ido al gimnasio y cuando he vuelto, como siempre, me he dado una ducha. Estaba enjabonándome y de repente... ¡ahí estaban! Todas las partes de mi cuerpo de cintura para abajo seguían estando dónde yo las recordaba... ¡qué alivio! Sinceramente, tenía miedo de no volver a verlas nunca más. Estoy hablando de los pies, como ya os habréis imaginado. Pero entonces ha sido cuando me he dado cuenta de otra cosa cuanto menos inquietante. Lo de los pies no eran uñas, eran mecedoras.

Porque tenéis que saber que debido al volúmen extraordinario de nuestro abdomen nuestra movilidad se ve sustancialmente reducida, o lo que sería lo mismo, el pedazo de cacho de trozo de carne que tenemos por barriga nos hace tener menos movilidad que la cintura de Montserrat Caballé, y las mujeres que hayan estado embarazadas sabrán de lo que hablo. Porque al fin y al cabo, los Gordos llevamos embarazados toda nuestra vida. Al mío lo voy a llamar como a su padre: Heineken. Los que estáis delgaditos, en casa haced una prueba. Ataros un cojín (de los grandes) a la cintura e intentad poneros un calcetín. ¿Lo estáis haciendo? Venga, que me espero... ¿Lo véis? ¡Eso es estar Gordo!

Una cosa que también tenemos los Gordos es que no nos gusta que nos regalen o compren ropa. Porque nos da vergüenza ir a las tiendas con nuestras mujeres o novias y que la dependienta nos diga: -"¿Es para usted?" Yo no se si será mi percepción de las cosas pero en ese momento me da la impresión de que me está señalando con el dedo y con una media sonrisa como queriendo decir: -"¿Tú te has pensado que aquí vas a encontrar tu talla, Gordo?" Entonces tu cojes unos pantalones muy pero que muy anchos, te metes en el probador y allí dentro comienza una pelea entre el pantalón y tú que me rio yo de las de Bruce Lee. Primero te pones una pernera, luego empiezas a meter la otra, y cuando te empieza a llegar hasta debajo del culo es cuando llega lo gracioso. Ves que no sube ni a ostias y, ¿qué haces? ¿Reconocer que no es de tu talla y salir de ahí dignamente? Noooooooooo. Lo que tu haces en ese momento es empezar a pegar saltitos mientras tiras de los pantalones hacia arriba, como si de tanto saltito fueras a perder de repente todos los kilos que te sobran y... ¡flup! pantalones puestos. Pero no, los pantalones no entran, así que en un alarde de imaginación piensas que si expulsas de tu cuerpo todo el aire que sobra en ese momento tu cuerpo se encojerá y el maldito pantalón entrará, así que inspiras todo lo que te dan de si los pulmones, y cuando estás ya azul y ves que siguen sin entrar piensas: -"¡Venga! ¡Ahora las dos a la vez!" Y ya te ves azul y dando saltitos intentando que el maldito pantalón entre, que en ese momento te ponen un gorro blanco y pareces el Pitufo Zampabollos.

Al final acabas saliendo del probador con tus pantaloncitos que ya están dados de sí puestos y con los otros en la mano, rojo, con taquicardias, sudando, que más que de un probador parece que sales de una sauna. Y ahí está tu chica, con cara de circunstancias y te dice: -"Que.. no te valen, ¿no?" A ti te dan ganas de decirle: -"Sí cariño, me valen, lo que pasa es que les he cogido cariño a estos que llevo puestos y que de tanto rozarme los muslos se me han roto por la parte de la huevera", pero no lo haces por dignidad. Porque esa es otra: a todos los Gordos se les rompen los pantalones por la parte de la huevera. Y siempre está el típico que dice: -"No... es que así se me ventilan los huevos... que me cuelgan mucho"... De algo hay que presumir ¿no? Pero ahora que pienso... ¡si tampoco se los ven!

En fin amigos, después de estas reflexiones vamos por fin con la dieta seguida hoy:
  • Desayuno: Café con leche y dos tostadas con queso fresco y pavo.
  • Almuerzo: Dos mandarinas.
  • Comida: Guiso de pollo con fideos y verduras.
  • Merienda: Vaso de leche semidesnatada con cereales de fibra y fruta.
  • Cena: Pequeño bocadillo de tortilla.
02/03/2014 - Día once - Peso Actual: 118 Kg - Ahora no puedo dejar de mirarmelos... los pies.

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